En el programa de hoy vamos a adentrarnos en los
misterios del ocultismo y el esoterismo, en concreto en los de la Tradición
Rosacruz.
Para ello, vamos a conocer la obra: El magno misterio de la Rosacruz, Ed. por Matrioska.
Su autor es Phileas
del Montesexto, y le damos la bienvenida a biblioteca oculta.
Antes de continuar, díganos, ¿Quién es Phileas del
Montesexto?
Buenos días, David. Esa pregunta siempre nos pone entre la
espada y la pared porque es difícil definir exactamente quiénes somos. Cuando
hice el camino de Santiago hace varios años atrás descubrí que la peregrinación
me define y quizás esa pueda ser la respuesta: Phileas del Montesexto es un
peregrino que va aprendiendo día a día, jornada a jornada, cosas nuevas que lo
van acercando un poco más a su destino. Pero también vale destacar que la
palabra “peregrino” quiere decir, en su etimología, “extranjero”, y en ese
sentido creo que todos somos -en verdad- peregrinos, almas espirituales
viviendo una experiencia material. Así me siento, aprendiendo y compartiendo
este camino con otras personas que también entienden la vida de esta manera.
Además de lo que nos
dice de usted mismo, en la reseña del libro indica que:
Nació en Montevideo (1970). Es el director internacional de
la Orden Rosacruz Iniciática y del programa de estudios “Opus Philosophicae
Initiationis” (OPI). Investigador y escritor, estudió filosofía en la
Universidad de la República en Montevideo.
Ha publicado varios libros sobre temas vinculados a la
Filosofía Iniciática: “El Peregrino de la Rosacruz”, “Los Pilares de la
Pansofía”, “El Castillo Interior”, “El Jardín de Sofía” (2 vols.), “La
Conquista de Hastinapura”, “Laberintos y Dragones”, «La Rueda de Samsara», «Un
camino de dos direcciones», «Huellas en el Sendero» (disponibles en Amazon) y
otros descatalogados: «La Puerta del Templo», «La Ciencia Arcana», «Cartas
desde Portugal», «Cartas desde España», «Cartas desde Francia», «Diálogos en el
Templo», «El libro del cuervo».
Lo primero que quisiéramos saber es ¿por qué escribir El magno misterio de la Rosacruz?
Bueno, el libro surge como un intento de compendiar el fenómeno del
rosacrucismo y de comprender su alcance. Hoy en día hay muchas organizaciones
que se llaman a sí mismas “rosacruces” y creo que el intento del libro es ir a
la esencia, a lo fundamental, busca conectar con la Rosacruz primigenia, con
ese ideal que anima e inspira a todas las organizaciones rosacruces. Por lo
tanto, el propósito del libro es brindar un panorama general del rosacrucismo,
su propósito y alcance.
Coméntenos, ¿cuándo surge el rosacrucismo?
Si revisamos los documentos históricos, la Rosacruz aparece
en Europa a principios del siglo XVII con la publicación de dos manifiestos: la
“Fama Fraternitatis” y la “Confessio Fraternitatis”, pero esa sería en verdad
el momento de exteriorización del rosacrucismo. Tenemos que entender que este
movimiento no apareció de la nada y que hay una serie de acontecimientos
anteriores que fueron los causantes de esta manifestación pública. Por eso,
podemos hablar de un proto-rosacrucismo que podemos situar entre el medioevo y
el renacimiento, con el aporte de los alquimistas, las órdenes de caballería,
los trabajos de Marsilio Ficino y la traducción de las obras de Hermes
Trimegisto, incluso podríamos hablar de la aparición de los primeros tarot en
Italia… En fin, la Rosacruz no surgió de la nada sino que se necesitó de la
confluencia de varias corrientes espirituales y esotéricas de la tradición
occidental para que el rosacrucismo se manifestara.
He
escuchado que, a veces, el origen de la Rosacruz se sitúa en Egipto. ¿Es así?
No hay
documentos que así lo atestigüen, pero eso ni es del todo falso ni es del todo
cierto. Por más que hablemos de un proto-rosacrucismo, como dije antes, cuyo
origen estaría en la Edad Media y quizás con Dante Alighieri y los Fedeli de
Amore, podríamos hablar de un pre-rosacrucismo, donde estarían las diversas
escuelas de misterio de la antigüedad, y ahí ya hablaríamos de Grecia, Roma, Mesopotamia
y Egipto. Lo cierto es que todas estas corrientes no pueden considerarse
“rosacruces” pero sí forman parte de una Tradición Primordial. Entonces,
podemos hablar de Egipto como un lugar donde esta tradición se manifestó, pero
el punto de conexión de la Rosacruz con Egipto sería a través de la ciudad de
Alejandría, que fue un caldo de cultivo donde confluyeron muchas corrientes
iniciáticas y donde surge todo el impulso del hermetismo que será determinante
para entender todo lo que vino después. Entonces, sí es cierto que las raíces
del rosacrucismo están en Egipto, pero también están en Mesopotamia y, si
queremos ir más profundamente, en la perdida Atlántida.
¿A quién podemos considerar el fundador o promotor de
esta tradición?
Los textos fundacionales, es decir los manifiestos, hablan
del Padre fundador Christian Rosenkreutz, pero este personaje no debe
considerarse histórico sino simbólico. Por lo tanto, Christian Rosenkreutz
forma parte de la leyenda fundacional del rosacrucismo del mismo modo que la
leyenda masónica tiene como protagonista a Hiram Abiff. Desde los documentos,
se suele apuntar como fundador a Johann Valentinus Andreae, que fue el autor de
“Las bodas químicas de Christian Rosenkreutz” y también autor (o más bien
co-autor) de los manifiestos, la “Fama” y la “Confessio”, pero si estudiamos
con detenimiento ese momento histórico descubriremos que la Rosacruz, al menos
tal como la conocemos, no fue la creación de una sola persona sino de un grupo,
un colegio que en ocasiones es llamado “Círculo de Tubinga” y que se reunían
justamente en esa ciudad (Tubinga). El contexto era luterano y los miembros de
este círculo eran, obviamente, protestantes, pero creían que la Reforma era
insuficiente. Por eso se volcaban al esoterismo (la astrología, la cábala, la
alquimia, incluso la magia) como un complemento necesario de sus concepciones
religiosas.
Define la rosacruz como una orden esotérica. ¿A qué se refiere con ese término?
Las órdenes iniciáticas son espacios de trabajo fraternal,
las cuales cuentan con un marco simbólico específico que las conecta con una
tradición particular. Hay diferentes clases de órdenes y las llamadas órdenes,
hermandades o fraternidades rosacruces son aquellas que se inspiran en la
Rosacruz. Por lo tanto, para nosotros la verdadera Orden Rosacruz es invisible,
metafísica, inmaterial y perfecta, la cual intentamos aterrizar en nuestro
plano, aún a sabiendas que lo haremos de forma imperfecta.
Entonces: la Orden Rosacruz es invisible y hasta podríamos
llamarla “arquetípica”, mientras que las órdenes (y nuestra Orden en
particular, la Orden Rosacruz Iniciática) son plasmaciones de la misma.
Siendo así, nosotros no nos llamamos a nosotros mismos
rosacruces sino “estudiantes rosacruces” y muchas veces “nobles caminantes” o
“nobles viajeros” porque entendemos que “rosacruz” es un estado superior de
conciencia, no un título ni un rol.
Esos documentos que dieron a conocer la rosacruz, en el
fondo ¿Qué querían transmitir?
A principios del siglo XVII había una profunda crisis en
Europa y los manifiestos planteaban una “reforma” que más bien era una
“revolución cultural” y eran textos dirigidos a los científicos, los religiosos
y los políticos, porque la propuesta que se hacía era muy amplia.
En primer lugar, la “Fama” y la “Confessio” hacían una
crítica a la situación sociopolítica de ese momento y planteaban una solución
virtuosa a través de esta “re-forma” o sea “volver a darle forma” a la sociedad
en tres frentes principales: Política, Religión y Ciencia, pero también se deja
entrever un cuarto frente: el Arte. Es así que la propuesta era, más que nada,
“consagrar” (convertir en sagrado) esos ámbitos mediante una Pansofía, es decir
una sabiduría integradora que no deja afuera ninguna disciplina o área del quehacer
humano, algo bastante parecido a lo que postula aquella vieja frase latina:
“Soy Hombre, y por lo tanto nada de lo humano me es ajeno”. Ese carácter
unificador y omniabarcante será una característica fundamental del rosacrucismo
de los manifiestos.
A veces, la rosacruz es definida como Colegio invisible, ¿por qué?
Este Colegio Invisible es otra forma de definir a esta Orden
Rosacruz invisible y arquetípica, que también recibe el nombre de Iglesia
Interior, Fraternidad Blanca, Hermandad Celestial, etc. Si nos atenemos a la
tradición iniciática, existe una Comunidad de seres espirituales, Mahatmas,
Adeptos o Maestros ascendidos que son los que conforman este Colegio.
¿Cuáles eran las secretas enseñanzas que se atribuyen al
rosacrucismo?
Personalmente creo que no hay nada secreto y tendríamos que
hablar más de “incapacidad de ver” que de “secretos”. Partiendo de esta base,
la Rosacruz enseña que los seres humanos hemos olvidado nuestra verdadera
naturaleza y que toda escuela iniciática no tiene otro cometido que
suministrarnos herramientas para, justamente, recordar. Este proceso de
recordar es aquello que llamamos “sendero iniciático”, o sea un proceso
paulatino de recuperación de nuestra memoria y de nuestra identidad, de
conexión con lo más profundo de nuestro ser, lo cual implica regresar a la
fuente. A veces digo en broma que las escuelas como la nuestra deberían ser
consideradas algo así como centros de “amnésicos anónimos”, hombres y mujeres
que han aceptado su amnesia y que, a través del encuentro con otros, buscan
recuperar la memoria.
La alquimia que estudiaban los rosacruces, ¿era para
lograr hacer oro, o tenían otro fin?
Sin duda que había alquimistas, o más bien “sopladores” como
se les llamaba despectivamente, que tenían como meta la fabricación de oro,
pero el proceso alquímico es, más bien, un proceso externo e interno donde el
alquimista trabaja en su laboratorio observando con detenimiento todo lo que
ocurre en su atanor para luego identificar esos mismos procesos en su interior,
encontrando entonces una conexión o correspondencia entre lo de afuera y lo de
adentro. De este modo, la alquimia trascendente o profunda busca la
transmutación de los elementos viles en elementos virtuosos, pero no afuera
sino adentro. Es así que la Rosacruz, en un momento de su historia, dejó de
lado la alquimia operativa para centrarse en la alquimia especulativa, aunque
la palabra “especulación” puede generar malentendidos. Quizás sea mejor hablar
de otra clase de alquimia operativa en la que el laboratorio ya no fuera
indispensable.
Otro tema que trata en su libro, es lo referente a la
Iniciación, ¿a qué se refiere?
Desde la perspectiva rosacruz, la Iniciación es un estado de
conciencia superior, equiparable al estado rosacruz del que hablé antes. Por lo
tanto, toda iniciación ritual o ceremonial es, en verdad, una recreación
simbólica de esta verdadera iniciación, de ese despertar, de esa iluminación a
través de la cual el estudiante puede conectar lo de arriba y lo de abajo, lo
físico con lo metafísico. En otras palabras, la Iniciación es un punto de
conexión de los opuestos pero no desde lo intelectual sino en la vivencia
plena, entendiendo que somos seres espirituales, pero que, además, al estar
encarnados, somos seres de dos mundos y, por lo tanto, tenemos una porción
material y otra porción espiritual, las que deben ser armonizadas para que
podamos alcanzar la autorrealización.
¿Qué relación tiene el rosacrucismo con la masonería?
Desde lo institucional, no hay una relación directa, pero a
lo largo de los siglos ha habido encuentros y desencuentros entre la Masonería
(o las masonerías) y el Rosacrucismo (o los rosacrucismos). Lo cierto es que
ambas corrientes tienen un punto en común: la Iniciación.
Lo cierto es que el primer masón especulativo reconocido de
Inglaterra (Elías Ashmole) estaba vinculado tanto al rosacrucismo como a la
masonería, y en nuestros días hay personas que comparten esa doble condición,
lo cual es totalmente compatible ya que ambas escuelas forman parte de la
Tradición Iniciática Occidental y es verdad que, en su esencia, tienen más
semejanzas que diferencias.
¿Por qué usar tanto símbolo y alegoría, no sería
preferible ir más a las claras?
La virtud de los símbolos es su carácter universal y la
posibilidad que tienen de comunicar un contenido que sería imposible de
transmitir a través de las palabras. Los símbolos no definen sino que sugieren,
despiertan en nosotros procesos que no son intelectuales sino
supra-intelectuales y nos permiten acceder a conocimientos que están por fuera
del área meramente racional. De ahí su importancia, a lo que se suma que cada
símbolo tiene varios niveles de profundidad, cada uno complementando y
profundizando los niveles anteriores, como si fueran capas de una cebolla hasta
llegar al corazón, la comprensión más profunda.
¿Se puede afirmar que el rosacrucismo de aquellos tiempos
ha podido llegar a nuestros días, o se perdió en la niebla del tiempo?
Yo prefiero hablar del rosacrucismo que se gestó a
principios del siglo XX como “neorosacrucismo”, de una interpretación nueva de
la Rosacruz. Si seguimos la pista a todo lo que pasó después de la publicación
de los manifiestos, vamos a encontrar una corriente rosacruz ligada a
intelectuales y aristócratas, muchos de ellos masones, que trabajaron en una
estructura llamada “Rosacruz de Oro del Antiguo Sistema”. Esa corriente era
urbana, conocida y hasta puede documentarse bastante bien. Sin embargo, hay
otra corriente no tan conocida y muy poco documentada que prefería trabajar de
forma subterránea, sin tanta parafernalia, cerca de los bosques, unida a la
figura de Jacob Böehme y a las enseñanzas de Karl von Eckartshausen. El siglo
XIX supuso un corte con lo anterior y aunque encontramos iniciativas rosacruces
en varios lugares, muchas de estas iniciativas eran formas masónicas
travestidas de rosacrucismo. Sin embargo, hay algunos personajes que deberíamos
estudiar más a fondo si queremos saber más de esa conexión del rosacrucismo de
los manifiestos con el neorosacrucismo. Me refiero a Alois Maillander, que es
una especie de “eslabón perdido” entre lo viejo y lo nuevo.
Entonces, tanto grupo rosacruz que existe hoy en día, ¿mantienen
ese ideal o son otra cosa con el mismo nombre?
Hay de todo, y creo que debemos respetar cada corriente y
cada escuela porque éstas responden a necesidades de diferentes tipos de
personas. Yo creo que lo que une a todas las organizaciones que ostentan el
nombre de “rosacruz” en ese momento es la intención de conectar con el Ideal
Rosacruz y con esa Rosacruz invisible de la que hablaba antes. Vale decir que
lo peor que puede pasar es que una escuela se considere la “única” y “verdadera”,
ya que eso -en un ámbito iniciático- es una forma de fundamentalismo. El
exclusivismo no puede formar parte de la rosacruz, sino que debemos entender
que la conexión con la auténtica Orden Rosacruz siempre va a depender de
nuestra sinceridad y de nuestro interés en ser canales de manifestación de los
Maestros, buscando la gestación de un mundo nuevo y mejor.
Por último, me gustaría que le dijera a nuestros lectores,
a quién va dirigido este libro y qué van a encontrar en él.
La obra está dirigida a todos aquellos interesados en la
tradición iniciática occidental y sobre todo para aquellos que no saben nada
acerca de la Rosacruz y que quieren tener, al menos, un pantallazo general
acerca del alcance de esta corriente.
Phileas del Montesexto, le deseamos mucha suerte en
sus proyectos y en especial con este libro.
Para los que estén interesados en saber más sobre esta obra,
visitar https://edicionesmatrioska.es/producto/el-magno-misterio-de-la-rosacruz/
Nosotros nos despedimos, y esperamos volver pronto con más
entrevistas y podcast.