miércoles, 9 de febrero de 2022

El misterio de la Rosacruz, con Phileas del Montesexto

En el programa de hoy vamos a adentrarnos en los misterios del ocultismo y el esoterismo, en concreto en los de la Tradición Rosacruz.

Para ello, vamos a conocer la obra: El magno misterio de la Rosacruz, Ed. por Matrioska.

Su autor es Phileas del Montesexto, y le damos la bienvenida a biblioteca oculta.

Antes de continuar, díganos, ¿Quién es Phileas del Montesexto?

Buenos días, David. Esa pregunta siempre nos pone entre la espada y la pared porque es difícil definir exactamente quiénes somos. Cuando hice el camino de Santiago hace varios años atrás descubrí que la peregrinación me define y quizás esa pueda ser la respuesta: Phileas del Montesexto es un peregrino que va aprendiendo día a día, jornada a jornada, cosas nuevas que lo van acercando un poco más a su destino. Pero también vale destacar que la palabra “peregrino” quiere decir, en su etimología, “extranjero”, y en ese sentido creo que todos somos -en verdad- peregrinos, almas espirituales viviendo una experiencia material. Así me siento, aprendiendo y compartiendo este camino con otras personas que también entienden la vida de esta manera.

Además de lo que nos dice de usted mismo, en la reseña del libro indica que:

Nació en Montevideo (1970). Es el director internacional de la Orden Rosacruz Iniciática y del programa de estudios “Opus Philosophicae Initiationis” (OPI). Investigador y escritor, estudió filosofía en la Universidad de la República en Montevideo.

Ha publicado varios libros sobre temas vinculados a la Filosofía Iniciática: “El Peregrino de la Rosacruz”, “Los Pilares de la Pansofía”, “El Castillo Interior”, “El Jardín de Sofía” (2 vols.), “La Conquista de Hastinapura”, “Laberintos y Dragones”, «La Rueda de Samsara», «Un camino de dos direcciones», «Huellas en el Sendero» (disponibles en Amazon) y otros descatalogados: «La Puerta del Templo», «La Ciencia Arcana», «Cartas desde Portugal», «Cartas desde España», «Cartas desde Francia», «Diálogos en el Templo», «El libro del cuervo».

Lo primero que quisiéramos saber es ¿por qué escribir El magno misterio de la Rosacruz?

Bueno, el libro surge como un intento de compendiar el fenómeno del rosacrucismo y de comprender su alcance. Hoy en día hay muchas organizaciones que se llaman a sí mismas “rosacruces” y creo que el intento del libro es ir a la esencia, a lo fundamental, busca conectar con la Rosacruz primigenia, con ese ideal que anima e inspira a todas las organizaciones rosacruces. Por lo tanto, el propósito del libro es brindar un panorama general del rosacrucismo, su propósito y alcance.

Coméntenos, ¿cuándo surge el rosacrucismo?

Si revisamos los documentos históricos, la Rosacruz aparece en Europa a principios del siglo XVII con la publicación de dos manifiestos: la “Fama Fraternitatis” y la “Confessio Fraternitatis”, pero esa sería en verdad el momento de exteriorización del rosacrucismo. Tenemos que entender que este movimiento no apareció de la nada y que hay una serie de acontecimientos anteriores que fueron los causantes de esta manifestación pública. Por eso, podemos hablar de un proto-rosacrucismo que podemos situar entre el medioevo y el renacimiento, con el aporte de los alquimistas, las órdenes de caballería, los trabajos de Marsilio Ficino y la traducción de las obras de Hermes Trimegisto, incluso podríamos hablar de la aparición de los primeros tarot en Italia… En fin, la Rosacruz no surgió de la nada sino que se necesitó de la confluencia de varias corrientes espirituales y esotéricas de la tradición occidental para que el rosacrucismo se manifestara.

He escuchado que, a veces, el origen de la Rosacruz se sitúa en Egipto. ¿Es así?

No hay documentos que así lo atestigüen, pero eso ni es del todo falso ni es del todo cierto. Por más que hablemos de un proto-rosacrucismo, como dije antes, cuyo origen estaría en la Edad Media y quizás con Dante Alighieri y los Fedeli de Amore, podríamos hablar de un pre-rosacrucismo, donde estarían las diversas escuelas de misterio de la antigüedad, y ahí ya hablaríamos de Grecia, Roma, Mesopotamia y Egipto. Lo cierto es que todas estas corrientes no pueden considerarse “rosacruces” pero sí forman parte de una Tradición Primordial. Entonces, podemos hablar de Egipto como un lugar donde esta tradición se manifestó, pero el punto de conexión de la Rosacruz con Egipto sería a través de la ciudad de Alejandría, que fue un caldo de cultivo donde confluyeron muchas corrientes iniciáticas y donde surge todo el impulso del hermetismo que será determinante para entender todo lo que vino después. Entonces, sí es cierto que las raíces del rosacrucismo están en Egipto, pero también están en Mesopotamia y, si queremos ir más profundamente, en la perdida Atlántida.

¿A quién podemos considerar el fundador o promotor de esta tradición?

Los textos fundacionales, es decir los manifiestos, hablan del Padre fundador Christian Rosenkreutz, pero este personaje no debe considerarse histórico sino simbólico. Por lo tanto, Christian Rosenkreutz forma parte de la leyenda fundacional del rosacrucismo del mismo modo que la leyenda masónica tiene como protagonista a Hiram Abiff. Desde los documentos, se suele apuntar como fundador a Johann Valentinus Andreae, que fue el autor de “Las bodas químicas de Christian Rosenkreutz” y también autor (o más bien co-autor) de los manifiestos, la “Fama” y la “Confessio”, pero si estudiamos con detenimiento ese momento histórico descubriremos que la Rosacruz, al menos tal como la conocemos, no fue la creación de una sola persona sino de un grupo, un colegio que en ocasiones es llamado “Círculo de Tubinga” y que se reunían justamente en esa ciudad (Tubinga). El contexto era luterano y los miembros de este círculo eran, obviamente, protestantes, pero creían que la Reforma era insuficiente. Por eso se volcaban al esoterismo (la astrología, la cábala, la alquimia, incluso la magia) como un complemento necesario de sus concepciones religiosas.

Define la rosacruz como una orden esotérica. ¿A qué se refiere con ese término?

Las órdenes iniciáticas son espacios de trabajo fraternal, las cuales cuentan con un marco simbólico específico que las conecta con una tradición particular. Hay diferentes clases de órdenes y las llamadas órdenes, hermandades o fraternidades rosacruces son aquellas que se inspiran en la Rosacruz. Por lo tanto, para nosotros la verdadera Orden Rosacruz es invisible, metafísica, inmaterial y perfecta, la cual intentamos aterrizar en nuestro plano, aún a sabiendas que lo haremos de forma imperfecta.

Entonces: la Orden Rosacruz es invisible y hasta podríamos llamarla “arquetípica”, mientras que las órdenes (y nuestra Orden en particular, la Orden Rosacruz Iniciática) son plasmaciones de la misma.

Siendo así, nosotros no nos llamamos a nosotros mismos rosacruces sino “estudiantes rosacruces” y muchas veces “nobles caminantes” o “nobles viajeros” porque entendemos que “rosacruz” es un estado superior de conciencia, no un título ni un rol.

Esos documentos que dieron a conocer la rosacruz, en el fondo ¿Qué querían transmitir?

A principios del siglo XVII había una profunda crisis en Europa y los manifiestos planteaban una “reforma” que más bien era una “revolución cultural” y eran textos dirigidos a los científicos, los religiosos y los políticos, porque la propuesta que se hacía era muy amplia.

En primer lugar, la “Fama” y la “Confessio” hacían una crítica a la situación sociopolítica de ese momento y planteaban una solución virtuosa a través de esta “re-forma” o sea “volver a darle forma” a la sociedad en tres frentes principales: Política, Religión y Ciencia, pero también se deja entrever un cuarto frente: el Arte. Es así que la propuesta era, más que nada, “consagrar” (convertir en sagrado) esos ámbitos mediante una Pansofía, es decir una sabiduría integradora que no deja afuera ninguna disciplina o área del quehacer humano, algo bastante parecido a lo que postula aquella vieja frase latina: “Soy Hombre, y por lo tanto nada de lo humano me es ajeno”. Ese carácter unificador y omniabarcante será una característica fundamental del rosacrucismo de los manifiestos.

A veces, la rosacruz es definida como Colegio invisible, ¿por qué?

Este Colegio Invisible es otra forma de definir a esta Orden Rosacruz invisible y arquetípica, que también recibe el nombre de Iglesia Interior, Fraternidad Blanca, Hermandad Celestial, etc. Si nos atenemos a la tradición iniciática, existe una Comunidad de seres espirituales, Mahatmas, Adeptos o Maestros ascendidos que son los que conforman este Colegio.

¿Cuáles eran las secretas enseñanzas que se atribuyen al rosacrucismo?

Personalmente creo que no hay nada secreto y tendríamos que hablar más de “incapacidad de ver” que de “secretos”. Partiendo de esta base, la Rosacruz enseña que los seres humanos hemos olvidado nuestra verdadera naturaleza y que toda escuela iniciática no tiene otro cometido que suministrarnos herramientas para, justamente, recordar. Este proceso de recordar es aquello que llamamos “sendero iniciático”, o sea un proceso paulatino de recuperación de nuestra memoria y de nuestra identidad, de conexión con lo más profundo de nuestro ser, lo cual implica regresar a la fuente. A veces digo en broma que las escuelas como la nuestra deberían ser consideradas algo así como centros de “amnésicos anónimos”, hombres y mujeres que han aceptado su amnesia y que, a través del encuentro con otros, buscan recuperar la memoria.

La alquimia que estudiaban los rosacruces, ¿era para lograr hacer oro, o tenían otro fin?

Sin duda que había alquimistas, o más bien “sopladores” como se les llamaba despectivamente, que tenían como meta la fabricación de oro, pero el proceso alquímico es, más bien, un proceso externo e interno donde el alquimista trabaja en su laboratorio observando con detenimiento todo lo que ocurre en su atanor para luego identificar esos mismos procesos en su interior, encontrando entonces una conexión o correspondencia entre lo de afuera y lo de adentro. De este modo, la alquimia trascendente o profunda busca la transmutación de los elementos viles en elementos virtuosos, pero no afuera sino adentro. Es así que la Rosacruz, en un momento de su historia, dejó de lado la alquimia operativa para centrarse en la alquimia especulativa, aunque la palabra “especulación” puede generar malentendidos. Quizás sea mejor hablar de otra clase de alquimia operativa en la que el laboratorio ya no fuera indispensable.

Otro tema que trata en su libro, es lo referente a la Iniciación, ¿a qué se refiere?

Desde la perspectiva rosacruz, la Iniciación es un estado de conciencia superior, equiparable al estado rosacruz del que hablé antes. Por lo tanto, toda iniciación ritual o ceremonial es, en verdad, una recreación simbólica de esta verdadera iniciación, de ese despertar, de esa iluminación a través de la cual el estudiante puede conectar lo de arriba y lo de abajo, lo físico con lo metafísico. En otras palabras, la Iniciación es un punto de conexión de los opuestos pero no desde lo intelectual sino en la vivencia plena, entendiendo que somos seres espirituales, pero que, además, al estar encarnados, somos seres de dos mundos y, por lo tanto, tenemos una porción material y otra porción espiritual, las que deben ser armonizadas para que podamos alcanzar la autorrealización.

¿Qué relación tiene el rosacrucismo con la masonería?

Desde lo institucional, no hay una relación directa, pero a lo largo de los siglos ha habido encuentros y desencuentros entre la Masonería (o las masonerías) y el Rosacrucismo (o los rosacrucismos). Lo cierto es que ambas corrientes tienen un punto en común: la Iniciación.

Lo cierto es que el primer masón especulativo reconocido de Inglaterra (Elías Ashmole) estaba vinculado tanto al rosacrucismo como a la masonería, y en nuestros días hay personas que comparten esa doble condición, lo cual es totalmente compatible ya que ambas escuelas forman parte de la Tradición Iniciática Occidental y es verdad que, en su esencia, tienen más semejanzas que diferencias.

¿Por qué usar tanto símbolo y alegoría, no sería preferible ir más a las claras?

La virtud de los símbolos es su carácter universal y la posibilidad que tienen de comunicar un contenido que sería imposible de transmitir a través de las palabras. Los símbolos no definen sino que sugieren, despiertan en nosotros procesos que no son intelectuales sino supra-intelectuales y nos permiten acceder a conocimientos que están por fuera del área meramente racional. De ahí su importancia, a lo que se suma que cada símbolo tiene varios niveles de profundidad, cada uno complementando y profundizando los niveles anteriores, como si fueran capas de una cebolla hasta llegar al corazón, la comprensión más profunda.

¿Se puede afirmar que el rosacrucismo de aquellos tiempos ha podido llegar a nuestros días, o se perdió en la niebla del tiempo?

Yo prefiero hablar del rosacrucismo que se gestó a principios del siglo XX como “neorosacrucismo”, de una interpretación nueva de la Rosacruz. Si seguimos la pista a todo lo que pasó después de la publicación de los manifiestos, vamos a encontrar una corriente rosacruz ligada a intelectuales y aristócratas, muchos de ellos masones, que trabajaron en una estructura llamada “Rosacruz de Oro del Antiguo Sistema”. Esa corriente era urbana, conocida y hasta puede documentarse bastante bien. Sin embargo, hay otra corriente no tan conocida y muy poco documentada que prefería trabajar de forma subterránea, sin tanta parafernalia, cerca de los bosques, unida a la figura de Jacob Böehme y a las enseñanzas de Karl von Eckartshausen. El siglo XIX supuso un corte con lo anterior y aunque encontramos iniciativas rosacruces en varios lugares, muchas de estas iniciativas eran formas masónicas travestidas de rosacrucismo. Sin embargo, hay algunos personajes que deberíamos estudiar más a fondo si queremos saber más de esa conexión del rosacrucismo de los manifiestos con el neorosacrucismo. Me refiero a Alois Maillander, que es una especie de “eslabón perdido” entre lo viejo y lo nuevo.

Entonces, tanto grupo rosacruz que existe hoy en día, ¿mantienen ese ideal o son otra cosa con el mismo nombre?

Hay de todo, y creo que debemos respetar cada corriente y cada escuela porque éstas responden a necesidades de diferentes tipos de personas. Yo creo que lo que une a todas las organizaciones que ostentan el nombre de “rosacruz” en ese momento es la intención de conectar con el Ideal Rosacruz y con esa Rosacruz invisible de la que hablaba antes. Vale decir que lo peor que puede pasar es que una escuela se considere la “única” y “verdadera”, ya que eso -en un ámbito iniciático- es una forma de fundamentalismo. El exclusivismo no puede formar parte de la rosacruz, sino que debemos entender que la conexión con la auténtica Orden Rosacruz siempre va a depender de nuestra sinceridad y de nuestro interés en ser canales de manifestación de los Maestros, buscando la gestación de un mundo nuevo y mejor.

Por último, me gustaría que le dijera a nuestros lectores, a quién va dirigido este libro y qué van a encontrar en él.

La obra está dirigida a todos aquellos interesados en la tradición iniciática occidental y sobre todo para aquellos que no saben nada acerca de la Rosacruz y que quieren tener, al menos, un pantallazo general acerca del alcance de esta corriente.

Phileas del Montesexto, le deseamos mucha suerte en sus proyectos y en especial con este libro.

Para los que estén interesados en saber más sobre esta obra, visitar https://edicionesmatrioska.es/producto/el-magno-misterio-de-la-rosacruz/

Nosotros nos despedimos, y esperamos volver pronto con más entrevistas y podcast.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Admiro la claridad de conceptos de Phileas! Una percepción muy fina y hasta sabia, del alcance del esoterismo iniciático, que caracteriza a la Orden Rosacruz.

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  3. Admiro su sapiencia y su magistral forma de transmitir los conocimientos.

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